Disco de la semana en EFE EME


Regresa Nacho Vegas con un disco poco inmediato y bastante fornido, como suele ser habitual en él. Precisamente retorna en parte al punto en que dejó aparcada su trayectoria solista para embarcarse en aventuras grupales, por lo que podemos hablar de un continuismo muy bien llevado aunque no exento de novedades. El manifiesto desastre es un definido decálogo de la música del asturiano, un recio compendio de canciones patentadas mediante un estilo que ya le pertenece como seña de identidad única. Pero no se trata exclusivamente de reafirmación, sino de expansión, y es que el universo del autor se expande, extrae matices de las lecciones aprendidas en sus últimas experiencias musicales y las inserta en su propia personalidad.

Los años de oficio sellan El manifiesto desastre como el disco más completo y más notable de Vegas, aunque no por ello accesible. La producción guillotina la pulcritud en favor de las atmósferas, libera el grosor en esquemas practicamente low-fi, llevándose por delante amables sonoridades aunque provocando con ello una profundidad inédita en la obra del autor francamente beneficiosa. La tímida luminosidad que hubo en ese El tiempo de las cerezas (EMI, 2006) a dúo con Enrique Bunbury se mantiene, aunque un tanto más sombría, proyectando sombras similares a las que arrastró junto al maño en su sumario común (véase cierto tipo de melodías y un acercamiento al glam y a la canción popular hispana). Igualmente, retoma cierta influencia folclórica heredada de Lucas XV que hacía tiempo que no plasmaba en solitario y continúa jugando con el lenguaje como el gran letrista y narrador que siempre ha sido.

Pero no sólo arrastra mareas creativas anteriores, sino que se abre paso hacia nuevos elementos, como una firmeza vocal que llega al grito desgarrador, el uso de nuevos tonos expresivos, una instrumentación rica y ordenada pero ácrata en la práctica, una sonoridad honda pero liberada. Y es que es el contraste lo que hace de El manifiesto desastre el disco más especial de su autor, un contraluz constante, una llovizna por un cielo azul, una memoria de la infancia por hojas arrancadas de un doloroso diario de madurez.

Y el exorcismo funciona a la perfección, dejando en el camino una obra de categoría.

JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.

(Ver artículo original)

> Gracias a Sonia y Corleone por el chivatazo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Qué diversidad de opiniones. Un desastre no sé, pero el caos se ha hecho manifiesto entre todos, público y críticos...

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