Entrevista en La Nueva España
«Uno siempre hace la misma canción, pero la canción, con los años, no es la misma»
«Lo importante, aunque haya un circo en torno a ti, es abstraerte, estar en casa y hacer camino, ir paso a paso»
Gijón, Chus NEIRA
Nacho Vegas (Gijón, 1974) despide el año a mediados de enero. Mañana (22.00 horas) y pasado (20.30 horas) cierra la gira de «El manifiesto desastre» con dos conciertos en la sala Acapulco del Casino en Gijón en los que abrirá la cantautora Alondra Bentley (15 euros anticipada, 18 en taquilla).
-¿Balance de este último periplo por los escenarios?
-Muy contentos. Era la primera gira con la banda nueva y fue muy emocionante. Como todas las giras, fue un viaje, con sus altos y sus bajos. Y con sorpresas agradables con el público, porque cuando tocas en directo es cuando ves a cuanta gente llegas. Con Internet las ventas ya no significan tanto, y , además, tras las colaboraciones con Bunbury y Christina [Rosenvinge], hacía tiempo que no salía solo.
-Agotó el papel en Madrid, Barcelona... ¿Fue su primera gira multitudinaria?
-No lo llamaría así. Trabajamos en un circuito de salas de aforo medio. Con cada disco y con cada gira he ido sumando un poco más de público. Creo que sólo me asomé al «mainstream» cuando hice el disco con Enrique [Bunbury], pero mi actitud fue la misma y volví a mi ambiente natural.
-También es bastante «mainstream» posar en el «Cosmopolitan» o salir en el «Cuore». ¿Cómo se ve en ese papel?
-Con distancia. Fue algo natural que tuvo que ver con la etapa en la que estaba con Christina. Cuando hicimos el disco juntos nos ofrecieron algunos reportajes de este tipo, de ponerse ropa. A mí, como nunca lo había vivido, me hizo gracia. Lo de que te pillen en el «Cuore» o en el «Diez Minutos» es tan absurdo que no puedes más que reírte.
-Ahora que acaba la década, haga su balance. Desde su debut de 2001 con «Actos inexplicables» hasta su último EP, «El género bobo», ¿colmó deseos?
-Cuando empecé no sabía, y ahora tampoco, mirar a largo plazo. pensar a diez años. Me he dado cuenta de que en la actitud con la que me encaré con ese disco hay algo que tengo que preservar. Una intimidad, una inocencia. Aunque haya un circo del rock en torno a ti, y haya gente que te diga que molas mucho aunque no lo digan de verdad, tienes que abstraerte, estar en casa y seguir haciendo camino. Es eso. Yo he empezado un camino que no tiene un final determinado. Lo importante es el paso a paso.
-¿Le da igual que sea su debut, y no otros trabajos, lo que la prensa especializada incluya en lo mejor de estos años?
-Sí, me da un poco igual. Supongo que el primer disco tiene algo, una especie de declaración de principios más simbólica. En realidad, sí creo que he hecho cosas mejores, pero tampoco me gusta plantearme mis discos en esos términos. Cada uno responde al tiempo en que han sido hechos.
-Y en su caso, la última entrega, el Ep «El género bobo», rescata ideas fuertes de otros discos.
-Es cierto que hay algunos temas recurrentes, y también referencias al primer disco. «Las inmensas preguntas», por ejemplo, es una canción que enlaza con «Seronda». La figura del padre vuelve a aparecer en «Penúltimo anhelo», aunque de forma más irónica, dando fe del paso del tiempo. Al final, siempre se dice, uno está haciendo el mismo disco, componiendo la misma canción, pero a la vez no es la misma que hace diez años. Y el personaje tampoco es el mismo.
-¿La influencia americana ha dejado paso a otras? Veo que utiliza a Pessoa, Cernuda.
-También en mi primer disco había unos versos de Blas de Otero. Sí es verdad que uno, a medida que va escribiendo, encuentra maneras distintas de contar las cosas, y contempla lo que ya te podía interesar, como Pessoa, desde otra óptica, y comprueba que también se puede llevar al rock.
-¿Librarse de prejuicios?
-Sí. La música, a medida que vas haciéndote mayor, se abre, aunque hay gente igual de cerrada a los treinta que a los veinte. Al principio, por ejemplo, es normal emplear la primera persona, el yo confesional, pero si te quedas así, mirándote al ombligo, se acabó.
-¿Cada vez se lo toma más en serio en los directos?
-Las cosas más serias son, también, de las que más te puedes reír. Un concierto siempre es algo festivo y la excesiva solemnidad tampoco es buena. Sí creo que tiene que haber un respeto hacia el concierto y la música, que las canciones manden sobre quienes las están interpretando. De ahí que esté un poco más serio. También porque las primeras giras fueron muy alocadas, muy insalubres. Al final, contaba historias larguísimas entre canción y canción y la gente acababa pidiéndome que hablara. Me entró miedo de convertirme en un monologuista y probablemente di un poco marcha atrás.
-Supongo que hay una disciplina para mantener el tipo.
-La disciplina personal y de trabajo es necesaria para que las cosas funcionen, pero ocurre también que el tipo de vida que uno lleva aquí es un poco caótica y eso también es bueno. Es arriesgado, pero ese riesgo es también lo que tiene el rock
-¿Tocar en casa es...?
-Empezar y acabar la gira en Gijón es una muestra de respeto por el lugar de donde somos.
-¿Y después de la gira?
-Estaré tranquilo, dando forma al nuevo repertorio, trabajando con la banda, para grabar antes del verano y quizá, sacar disco en otoño.
«Me dio miedo convertirme en un monologuista y di marcha atrás, ahora estoy más serio en directo»
«Posar para revistas de moda me hizo gracia, que te pille el "Diez Minutos"es tan absurdo que no puedes más que reírte»
Nacho Vegas (Gijón, 1974) despide el año a mediados de enero. Mañana (22.00 horas) y pasado (20.30 horas) cierra la gira de «El manifiesto desastre» con dos conciertos en la sala Acapulco del Casino en Gijón en los que abrirá la cantautora Alondra Bentley (15 euros anticipada, 18 en taquilla).
-¿Balance de este último periplo por los escenarios?
-Muy contentos. Era la primera gira con la banda nueva y fue muy emocionante. Como todas las giras, fue un viaje, con sus altos y sus bajos. Y con sorpresas agradables con el público, porque cuando tocas en directo es cuando ves a cuanta gente llegas. Con Internet las ventas ya no significan tanto, y , además, tras las colaboraciones con Bunbury y Christina [Rosenvinge], hacía tiempo que no salía solo.
-Agotó el papel en Madrid, Barcelona... ¿Fue su primera gira multitudinaria?
-No lo llamaría así. Trabajamos en un circuito de salas de aforo medio. Con cada disco y con cada gira he ido sumando un poco más de público. Creo que sólo me asomé al «mainstream» cuando hice el disco con Enrique [Bunbury], pero mi actitud fue la misma y volví a mi ambiente natural.
-También es bastante «mainstream» posar en el «Cosmopolitan» o salir en el «Cuore». ¿Cómo se ve en ese papel?
-Con distancia. Fue algo natural que tuvo que ver con la etapa en la que estaba con Christina. Cuando hicimos el disco juntos nos ofrecieron algunos reportajes de este tipo, de ponerse ropa. A mí, como nunca lo había vivido, me hizo gracia. Lo de que te pillen en el «Cuore» o en el «Diez Minutos» es tan absurdo que no puedes más que reírte.
-Ahora que acaba la década, haga su balance. Desde su debut de 2001 con «Actos inexplicables» hasta su último EP, «El género bobo», ¿colmó deseos?
-Cuando empecé no sabía, y ahora tampoco, mirar a largo plazo. pensar a diez años. Me he dado cuenta de que en la actitud con la que me encaré con ese disco hay algo que tengo que preservar. Una intimidad, una inocencia. Aunque haya un circo del rock en torno a ti, y haya gente que te diga que molas mucho aunque no lo digan de verdad, tienes que abstraerte, estar en casa y seguir haciendo camino. Es eso. Yo he empezado un camino que no tiene un final determinado. Lo importante es el paso a paso.
-¿Le da igual que sea su debut, y no otros trabajos, lo que la prensa especializada incluya en lo mejor de estos años?
-Sí, me da un poco igual. Supongo que el primer disco tiene algo, una especie de declaración de principios más simbólica. En realidad, sí creo que he hecho cosas mejores, pero tampoco me gusta plantearme mis discos en esos términos. Cada uno responde al tiempo en que han sido hechos.
-Y en su caso, la última entrega, el Ep «El género bobo», rescata ideas fuertes de otros discos.
-Es cierto que hay algunos temas recurrentes, y también referencias al primer disco. «Las inmensas preguntas», por ejemplo, es una canción que enlaza con «Seronda». La figura del padre vuelve a aparecer en «Penúltimo anhelo», aunque de forma más irónica, dando fe del paso del tiempo. Al final, siempre se dice, uno está haciendo el mismo disco, componiendo la misma canción, pero a la vez no es la misma que hace diez años. Y el personaje tampoco es el mismo.
-¿La influencia americana ha dejado paso a otras? Veo que utiliza a Pessoa, Cernuda.
-También en mi primer disco había unos versos de Blas de Otero. Sí es verdad que uno, a medida que va escribiendo, encuentra maneras distintas de contar las cosas, y contempla lo que ya te podía interesar, como Pessoa, desde otra óptica, y comprueba que también se puede llevar al rock.
-¿Librarse de prejuicios?
-Sí. La música, a medida que vas haciéndote mayor, se abre, aunque hay gente igual de cerrada a los treinta que a los veinte. Al principio, por ejemplo, es normal emplear la primera persona, el yo confesional, pero si te quedas así, mirándote al ombligo, se acabó.
-¿Cada vez se lo toma más en serio en los directos?
-Las cosas más serias son, también, de las que más te puedes reír. Un concierto siempre es algo festivo y la excesiva solemnidad tampoco es buena. Sí creo que tiene que haber un respeto hacia el concierto y la música, que las canciones manden sobre quienes las están interpretando. De ahí que esté un poco más serio. También porque las primeras giras fueron muy alocadas, muy insalubres. Al final, contaba historias larguísimas entre canción y canción y la gente acababa pidiéndome que hablara. Me entró miedo de convertirme en un monologuista y probablemente di un poco marcha atrás.
-Supongo que hay una disciplina para mantener el tipo.
-La disciplina personal y de trabajo es necesaria para que las cosas funcionen, pero ocurre también que el tipo de vida que uno lleva aquí es un poco caótica y eso también es bueno. Es arriesgado, pero ese riesgo es también lo que tiene el rock
-¿Tocar en casa es...?
-Empezar y acabar la gira en Gijón es una muestra de respeto por el lugar de donde somos.
-¿Y después de la gira?
-Estaré tranquilo, dando forma al nuevo repertorio, trabajando con la banda, para grabar antes del verano y quizá, sacar disco en otoño.
«Me dio miedo convertirme en un monologuista y di marcha atrás, ahora estoy más serio en directo»
«Posar para revistas de moda me hizo gracia, que te pille el "Diez Minutos"es tan absurdo que no puedes más que reírte»
Comentarios
Me parece que el único gañán que hay aquí eres tú.
He editado la entrada, así que ahora se debe ver bien.
Gracias por avisar.